Este órgano artificial completamente blando parece y funciona como un corazón real

De entre los cientos de journals y revistas científicas que se publican en la actualidad, existe una especializada solamente en órganos artificiales. Su nombre obviamente es “Artificial Organs” y se dedica exclusivamente a publicar los adelantos y avances en un campo que aúna los conocimientos más punteros en medicina, tecnología e ingeniería.

Y uno de los caballos de batalla en esta materia es la de conseguir órganos artificiales cada vez más adaptables, flexibles y duraderos posibles. En definitiva, recrear al máximo posible un órgano natural que se incorpore a nuestro cuerpo de la manera más natural posible.

Poca gente sabrá que el primer corazón artificial lo inventó un humorista hace ya más de medio siglo, pero desde aquellos pioneros años los modelos han ido mejorando y avanzando con el paso. Sin embargo, si echamos la vista atrás y recordamos aquellos primeros órganos artificiales comprobaremos que eran artilugios tremendamente aparatosos.

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Así eran los primeros corazones artificiales que empezaron a desarrollarse

Y precisamente en Artificial Organs se han publicado esta semana las especificaciones del primer corazón blando cuyo parecido con uno real, tanto en aspecto como en funcionalidad, es impresionante. Los investigadores responsables pertenecen a diferentes departamentos de la Universidad suiza de Zurich ETH, englobados dentro del Zurich Heart Project, donde además de realizar el desarrollo del diseño también se han realizado las primeras pruebas de funcionamiento.

Su fabricación se ha realizado mediante impresión en 3D y el material utilizado es la silicona, lo cual le confiere la plasticidad necesaria para contraerse y expandirse, tal y como haría un corazón real. Además, el tamaño es similar al de un corazón humano y su peso no supera los 400 gramos.

Es importante recalcar que estamos aún ante un prototipo de prueba que no puede usarse en humanos puesto que tan solo aguanta unos 3.000 latidos, o lo que es lo mismo unos 40 minutos de vida… a partir de aquí, el material empieza a endurecerse y a perder sus cualidad plásticas.

Son necesarias más investigaciones en nuevos materiales que mantengan su flexibilidad durante mucho más tiempo, sin embargo, si comparamos con los primeros prototipos que se empezaron a utilizar hace unas décadas parece claro que este es el camino a seguir.

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