Así planea la NASA destruir la Estación Espacial Internacional y los peligros que involucra
Durante más de veinte años la Estación Espacial Internacional (ISS) ha sido uno de los hitos científicos y tecnológicos más representativos del ser humano. En tiempos de conflictos y amenazas bélicas, la ISS nos recuerda la importancia de la colaboración internacional. Las cinco grandes agencias espaciales, NASA (Estados Unidos), Roscosmos (Rusia), JAXA (Japón), ESA (Europa), y la CSA (Canadá) unieron esfuerzos y recursos para crear un laboratorio donde crear nueva ciencia, una residencia espacial donde 155 astronautas de diferentes nacionalidades han flotado en microgravedad y, en definitiva, avanzar unidos hacia la exploración del universo. Pieza a pieza, lanzamiento a lanzamiento, la estación espacial fue adquiriendo forma hasta convertirse en una pequeña aldea orbitando a 350 kilómetros sobre nuestras cabezas.
Sus números son sorprendentes. La estación ha estado ocupada de manera continua desde noviembre de 2000 y su tripulación vive y trabaja mientras viaja a una velocidad de 7,5 kilómetros por segundo, dando una vuelta a la Tierra aproximadamente cada 90 minutos. Más de 3.000 metros cuadrados de paneles solares alimentan la estación generando suficiente energía para sus seis dormitorios, dos baños, un gimnasio y una enorme cantidad de instrumental científico, conectados por más de 12 kilómetros de cables. Sus dimensiones han ido creciendo con el paso de los años y, en la actualidad, la ISS mide más de cien metros de extremo a extremo, con diferentes módulos y puertos de atraque que permiten conectar hasta ocho naves espaciales a la vez.
El proyecto original preveía una vida útil de 15 años, un plazo de tiempo que ya se ha superado con creces y, aunque está previsto que se duplique hasta finales de esta década, en realidad no llegará mucho más allá. La NASA acaba de hacer público un informe con la “transición final de la ISS” donde se anuncian y detallan los planes para deshacerse de la estación a partir de 2031.
Los lectores más asiduos de esta sección de ciencia y astronomía en Yahoo quizás recuerden el artículo titulado “El remoto cementerio en el océano donde se estrellan las naves espaciales” que publicamos hace unos años y donde explicábamos las ventajas del “Polo de inaccesibilidad del Pacífico”, popularmente denominado Punto NEMO. Se encuentra en las siguientes coordenadas: 48°52.6′S 123°23.6′O y es el lugar más alejado de tierra firme en cualquier dirección.
Ese apartado punto del Pacífico se ha convertido en el cementerio de naves tan emblemáticas como los cargueros Progress, los vehículos ATV de la ESA o estaciones espaciales como las Salyut o la célebre MIR rusa. Allí acabarán otros instrumentos y observatorios legendarios, como el Telescopio Hubble y, según el nuevo informe de transición, también será el destino final de la Estación Espacial Internacional.
Morir abrasada en la reentrada a la atmósfera y caer en el ese alejado lugar del Océano Pacífico será el capítulo final de la estación, pero llegar a esa conclusión no está exenta de riesgos y peligros. La ISS pesa más de 420.000 kilogramos, tiene casi la longitud de un campo de fútbol y se necesitaron 42 lanzamientos para construirla… ¿qué necesitaremos para destruirla de manera segura?
Durante mucho tiempo construir y ensamblar los módulos que componen la Estación era la principal ocupación de las agencias espaciales responsables del proyecto y, aunque la idea siempre fue que, tarde o temprano, terminaría cayendo a la Tierra, hasta hace poco no se tenían planes detallados de cómo sería su retirada. “Las agencias se comprometieron a sacarla de órbita”, explicaba el astrónomo de Harvard, Jonathan McDowell, “pero da la sensación de que hasta hace cinco años nadie pensó en los detalles. Hasta entonces, todos estaban centrados en construirla y no existía una preocupación inminente sobre cómo nos desharíamos de ella”.
Por supuesto contamos con la experiencia de otras estaciones espaciales como las Salyut, el Skylab o la propia MIR que, a pesar de los negros presagios de Paco Rabanne, reentró en la atmósfera de la Tierra cerca de Nadi, Fiyi, y se desintegró sin problemas al sur del Océano Pacífico. La MIR pesaba unas 100 toneladas, sin embargo la ISS y sus más de 400 toneladas es, con mucho, el objeto más pesado creado por el hombre que jamás ha estado en órbita y cuanto más grande es un objeto, menos probable es que la atmósfera pueda quemarlo por completo. Una reentrada no controlada de la estación (tal y como ocurrió con el SkyLab) no es una opción para la NASA y por esta razón será necesaria una última maniobra de propulsión que garantice un reingreso “controlado y dirigido hacia el Punto NEMO, un área remota y deshabitada en el océano Pacífico”.
El punto más comprometido de la reentrada serán los grandes paneles solares de la ISS, y los propios ingenieros de NASA reconocen que “aunque la estación espacial se quemaría, rompería y vaporizaría en fragmentos de varios tamaños, es probable que algunos fragmentos de la estación sobrevivan a las tensiones térmicas del reingreso y la caída a la Tierra. Se espera que los impactos ambientales de estas piezas de escombros dentro del área de impacto anticipada sean pequeños. Para proteger mejor a las personas y las estructuras, se apunta a las áreas más remotas del océano”.