Rusia juega la peligrosa carta de llevar la guerra al espacio
El conflicto histórico entre Ucrania y Rusia se han convertido en una guerra abierta. La decisión del gobierno de Putin de invadir un país independiente y soberano ha generado un amplio rechazo público y, a excepción de un reducido grupo de aliados en su entorno, la mayoría de naciones e instituciones internacionales han condenado esta irresponsable acción bélica. Ante la inconveniencia de una participación bélica directa en el conflicto, el castigo para el régimen de Putin se ha traducido en una extensa batería de sanciones, principalmente económicas.
Las restricciones afectan a sectores críticos incluyendo finanzas internacionales, energía, transporte, acceso a tecnologías básicas o posibilidad de acceder a visados. De hecho, la Unión Europea ha dado un novedoso paso hace tan solo unos días poniendo en su punto de mira a los responsables del conflicto y congelando los activos económicos personales del Presidente Putin y de su ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov. Estas restricciones afectan también a un buen número de cargos políticos en Rusia, así como a los más importantes bancos y empresas del país.
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Por supuesto, Rusia también ha movido ficha aprovechando sus puntos fuertes, sobre todo en el ámbito energético donde controla buena parte de las reservas de gas de todo el planeta. También ha jugado la ventaja que le otorga su privilegiada posición en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y con su derecho a veto ha impedido que la propia ONU pueda siquiera condenar esta invasión.
Entre todo este carrusel de multas, restricciones e incluso amenazas, veladas y no tan veladas, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden anunció su propia colección de sanciones con importantes consecuencias económicas, entre las que se encontraba la “degradación de su industria aeronáutica, incluido su programa espacial”. Esta mención expresa de Biden al ámbito espacial ha propiciado una inquietante respuesta por parte de Dmitry Rogozin, jefe del programa espacial ruso desde su perfil oficial de twitter. El dirigente ruso ha publicado una serie de declaraciones en forma de hilo dando a entender que la Estación Espacial Internacional se verá seriamente afectada si Rusia se enfada…
“¿Quieres destruir nuestra cooperación en la ISS? Si bloquea la cooperación con nosotros, ¿quién salvará a la ISS si sale de su órbita y cae sin control sobre Estados Unidos o Europa? La ISS no sobrevuela Rusia, así que los riesgos son todos tuyos”.
Ante estas controvertidas declaraciones, muchos se han preguntado si de verdad la estación espacial podría correr verdadero peligro si Rogozin se calienta demasiado. En algunos medios, como The Atlantic, incluso se ironiza con la imagen del mandatario ruso, al más puro estilo de los malvados de James Bond, acariciando un gato y diciendo con tono amenazador: Bonita estación espacial la que tienes aquí. Sería una pena que le pasara algo…
El divulgador Daniel Marín, físico y experto en temas espaciales, nos recuerda que “el perfil de Rogozin no es el de un político al uso, sus bravuconadas son bien conocidas sobre todo en twitter es proclive a meterse en polémicas. Además en este ambiente enrarecido hay que entender esas advertencias como una jugada, arriesgada e irresponsable, pero al fin y al cabo una jugada con pinta de farol.
Aun así los faroles a veces esconden una buena mano y, sobre todo, no hay que perder de vista que los tweets de Rogozin sí encierran algo de verdad: en estos momentos las maniobras de la ISS para cambiar de orientación, para los acoplamientos de naves o simplemente evitar la colisión con escombros y basura espacial (como ya ha ocurrido en otras ocasiones) sí que dependen por completo del sector ruso de la estación. Las naves Progress de Rusia sirven para transportar suministros y equipo, pero además utilizan sus motores principales para elevar de forma regular la órbita de la estación y evitar su caída sobre la tierra.
Existen planes inminentes de utilizar las naves Cygnus de manera experimental para ese cometido, pero por ahora son solo eso… planes experimentales que no sabemos cómo se desarrollarán. Aun así, Estados Unidos también tiene un As bajo la manga en esta tensa partida de póker ya que toda la estación, incluido el sector ruso, depende de la electricidad que proporcionan los paneles solares en el sector americano…
Quizá la imagen más adecuada para la situación actual sea, en realidad, un pulso donde ambos contrincantes poseen fuerzas igualadas. Al igual que ocurrió en la Guerra Fría, todos tenemos mucho que perder, incluyendo Rusia por mucho que diga Rogozin.